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Mujeres y Agua

Mujeres y Agua

  • Imagen: Pablo González-Cebrián / iAgua

Tuve la oportunidad de hablar de las mujeres en el sector del agua en el Congreso YWP.

Comparto aquí la transcripción de mi charla. No es exacta; los nervios hicieron que olvidara alguna parte pero no el mensaje fundamental.

"Hola a todos.

Ya sé que es el último día y estamos ya cansados después del último café. Sé que todos tenéis ganas de que llegue esta noche, la cena de gala y la fiesta posterior.

Y aquí estoy yo, que he venido a hablaros de Mujeres y Agua. Dos palabras que hace ya casi dos años decidí unir y materializar en forma de un ciclo de entrevistas a mujeres del sector en iAgua. Y gracias a esta iniciativa, me he convertido en la persona sobre la que ha recaído hacer una charla sobre uno de los temas que más me apasiona y más me intimida: el feminismo y cómo podría ayudar a chicas jóvenes que inician su andadura en el sector del agua.

Chicas como vosotras que estáis entre el público. Quizás alguna de vosotras, incluso, ha leído cosas que he escrito y seguro que se siente identificada.

El objetivo estaba claro: ¿qué me hubiera gustado oír hace 6 años, cuando tenía vuestra edad y estaba empezando en este sector para salir de esa charla motivada?

He venido a hablaros de Mujeres y Agua. Dos palabras que hace ya casi dos años decidí unir y materializar en forma de un ciclo de entrevistas a mujeres del sector en iAgua

El domingo pasado y no antes, porque estaba enterrada en trabajo, comencé a desarrollar lo que iban a ser estos 8 minutos en un ambiente post electoral, en un escenario en el que ha habido un debate de mujeres y un debate de hombres en la televisión.

Así que le conté a mi familia lo que había desarrollado en los pequeños momentos que tengo libres.

Y no es que me pudiera la presión. Pero sí estaba un poco abrumada por el peso de tener que hablar de algo que me importa tanto, porque creo que a uno le representan sus acciones, y no tanto lo que dice.

Y sinceramente: le vomité a mi familia los 8 minutos que tenía preparados, y era…una mierda. Eran 2 minutos de un esquema de tres empresas de las cuales ni siquiera podía decir su nombre, y eso que había empleado tiempo en buscar  la fuente y en cotejar y contrastar que los datos fueran verídicos para subrayar la obviedad de que 1 de cada 5 trabajadores de esas empresas son mujeres, para darme cuenta de que por mucho que analizara los datos, por mucho que trabajara para modificar el paradigma, casi nada había cambiado. Menudo giro final, ¿eh?

La charla continuaba explicando cómo hemos llegado hasta aquí, que más o menos todos sabemos cómo hemos llegado hasta aquí. No es un misterio insondable. Y terminaba diciendo qué podemos hacer para cambiar este escenario.

Lo que hice fue pensar en qué hubiera querido yo escuchar de una mujer a la que profeso mucha admiración cuando comenzaba en este sector

Y en qué podemos hacer para cambiar este escenario, se me ocurrió algo realmente insípido, que era desglosar las soluciones en hombres y mujeres, como si esto fuera un programa de sobremesa de Telecinco, y en qué políticas podrían implementar las empresas.

Y ni siquiera me metí en lo que pienso, porque no quería ser controvertida. Ni siquiera me metí a hablar de políticas de paridad, o políticas de feminismo más incisivo…no. Enumeré una batería de cosas que eran, pues, obvias. Y me di cuenta de que no estaba hablando sobre lo que quería hablar, si no que estaba hablando de lo que se suponía que tenía que hablar.

Entonces, llegados a este punto, ayer por la noche, que no dormí nada intentando resolver qué iba a hacer con estos 8 minutos, lo que hice fue pensar en qué hubiera querido yo escuchar de una mujer a la que profeso mucha admiración cuando comenzaba en este sector.

Y lo que le diría es que, tristemente y con bastante seguridad, vas a tener que demostrar más que tus compañeros hombres, algo que jamás verás reflejado en los datos.

Que te van a tratar de manera condescendiente y paternal.

No puedes esconderte tras excusas, que pueden ser muy ciertas y el campo de juego muy injusto, para no hacer nada​

Que va a haber gente que por cuestiones que a ti no te deberían importar lo más mínimo, porque no deberías perder el tiempo en eso, como que te guste llevar ropa ajustada, pintarte los labios o tener una cara a la que le sienten bien todos los ángulos de la luz, creerá que no has podido remover obstáculos o que lo que tienes no te lo has merecido por tu esfuerzo.

Y que ese es un camino que vas a tener que hacer. Y vas a ser tú la que lo camine. Y no te puedes escudar en el victimismo, ni en que si fueras hombre lo hubieras tenido más sencillo.

Yo quiero decirle a la que ha acudido aquí pensando que esto iba a ser un gran discurso y que a lo mejor sigue con asiduidad lo que escribo en iAgua o lo que comparto en mis redes sociales, que yo estoy a su entera disposición para hablar de lo que estime conveniente. Porque si algo es cierto es que tiene que mediar sororidad y cariño entre nosotras.

En última instancia, no puedes esconderte tras excusas, que pueden ser muy ciertas y el campo de juego muy injusto, para no hacer nada.

He tenido la grandísima suerte de desarrollar mi carrera en una empresa, iAgua, capitaneada por Alejandro Maceira, que no solo no me ha puesto trabas a la hora de hablar de este tema tan peliagudo sino que me ha animado a seguir haciéndolo

Mirad, yo tengo mi experiencia, y no soy quien para dar lecciones de vida a nadie. He tenido la grandísima suerte de desarrollar mi carrera en una empresa, iAgua, capitaneada por Alejandro Maceira, que no solo no me ha puesto trabas a la hora de hablar de este tema tan peliagudo sino que me ha animado a seguir haciéndolo a pesar de las voces críticas desde dentro y fuera del sector.

Y a pesar de ello, me he enfrentado a situaciones vergonzosas por el hecho de ser mujer: desde que me confundan con la azafata o la secretaria, hasta preguntarme si soy “la mujer de algún ingeniero” o la anécdota que más me gusta de todas: cierta ocasión, tuve que hacer una serie de entrevistas a un grupo de señores del sector. Para no grabar el sonido ambiente, mi compañero montó el set de grabación en un despacho, al que pasaban de uno en uno los entrevistados. Al ir a buscar a uno de ellos, comentó: “¿Qué les haces ahí dentro, que salen todos tan sonrientes?”. Los demás allí presentes rieron la gracia, y absolutamente nadie dijo nada. Ni siquiera yo.

¿Y sabéis qué? Que ese trato, esos datos, y esta situación son mi motivación para hablar cada día, con más ganas y mucha, pero que mucha insistencia de Mujeres y Agua.

Va a haber gente que por cuestiones que a ti no te deberían importar lo más mínimo creerá que no has podido remover obstáculos o que lo que tienes no te lo has merecido por tu esfuerzo

Muchas gracias".

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