Es importante en el devenir diario detenernos a reflexionar sobre la esencia poética del agua que inspira y desencadena tantos conocimientos de expertos.
Nosotras desde la literatura hacemos nuestro aporte, que en tiempos de enseñanza virtual utilizamos para iniciar las tareas del hogar.
"Que bonito corre el agua desgranando la arenita,
qué cristalina corre el agua serpenteando las sierras
las que camino hace años,deseando mojarme los pies,
sentarme en las márgenes de los arroyos y quedar hipnotizada
entre el silencio, el viento y el agua que corre!"...
Walsh recita: "Sé que soñé y que un nuevo paisaje, laberíntico, arrasador, angélico en la ternura de sus flores y el cristal de sus aguas [...] había entrado para siempre en la materia de mi sueño".
Permanecer mirando un arroyo que corre invita a suspirar, a reflexionar sobre lo bello de lo efímero, parafraseando a Wernicke: "Tenemos el arroyo allí no más, a pocos metros. Y enmarcando el arroyo, el cielo amplio, patrono del tiempo. Y nos inspira cosas simples pero muy ciertas, la vida que fluye imparable, tirando piedras esperando las gotas cristalinas que se desprenden".
Humilde tributo de la literatura argentina, rindiendo un obsequio al arroyo y a la vez como alegoría del propio devenir.
“Decidida,
arrojó una piedra al agua que desató minúsculas gotas
e intentó ponerles nombre; para evitar que mueran anónimas,
lo especial que sintió debía hacer,
nombrar, y que las palabras
retumbaran en el aire".